Chocolat Idol Capítulo 2 “Recuerdos de una tarde lluviosa”

Hola, chicos, a casi un mes de la última actualización, traigo para ustedes esta segunda entrega, que por cierto, es una de mis favoritas, bueno, ya ustedes mismos lo leerán y quizás terminen compartiendo la misma idea conmigo.

Gracias a todos por su apoyo y por seguir de cerca este trabajo hecho por y para ustedes. Bye, bye.

Mi nombre es Naoko Higashida…

…aunque la mayoría suele llamarme sólo Nao.

Ayer, mientras descansaba en mi habitación tratando de encontrar una escapatoria, un instante de alivio para volver a sonreír como antes, me pude dar cuenta…

…que el periodo más feliz de mi vida…

Fue el que compartí con Mana-chan en la secundaria.

Desde el momento en que la vi, me pareció una persona muy simpática.

La primera vez que se acercó a mí, fue para convidarme un poco de su almuerzo y desde entonces, supo cómo ganarse mi confianza y mi cariño.

Sin darme cuenta, se convirtió en mi aliada…

-¡¿Quién lo hizo?! ¡¿Acaso no les dije que tuvieran cuidado?!

-Lo siento, no me di cuenta.

…en mi confidente…

[En el Messenger Nao dice:

Mana-chan, ¿qué crees? Ayer me habló Yukito, ¿debería de aceptar su invitación?]

…en mi única amiga…

-Ya entiendo. No te preocupes, no es el único chico en el planeta, además tú eres muy bonita…

…en la hermana que nunca tuve.

-Gracias, Manami. Sin tu ayuda no sé que hubiese hecho.

Sólo a ella le conté el sueño que más anhelaba en la vida, el de ser cantante.

Aún recuerdo las últimas vacaciones de verano que pasamos juntas.

Fue gracias a ella que después de una fuerte lluvia…

…terminamos en las instalaciones de TV Tokio.

Yo no sabía nada, pero Manami me había inscrito en un casting.

Aunque no me sentía tan capaz como las demás chicas que esperaban su turno…

Las palabras de ánimo de Mana-chan: “No sueñes tu vida, vive tu sueño”…

Me infundieron tanta seguridad para lograrlo…

…que ese mismo día, quedé entre las cinco finalistas.

Catorce días pasaron de interminable espera y un día de llovizna, llegó la noticia tan ansiada.

Lo que antes fue un sueño, ahora se volvía una realidad.

Por un momento, creí que el corazón se me saldría del pecho de la emoción.

Tenía que compartir tan agradable acontecimiento, con la persona que tanto me había apoyado y había confiado en mí.

Sin pensarlo, me dirigí a casa de Manami, pero al llegar, mi corazón que momentos antes latía a toda prisa…

…se detuvo.

Un gran camión de mudanza se hallaba aparcado en la acera.

Anonadada caminé lentamente hacia su lujoso coche.

-¡¿Qué pasa?!... ¡¿Qué es todo esto?!

Manami bajó del auto con una extraña expresión en su rostro. Por primera vez, la sonrisa de sus labios había desaparecido.

-Perdón por no habértelo dicho antes… Justo ahora iba a tu casa para despedirme…

-Aún no logro entender lo que está pasando… ¿Te vas? ¿Te vas a Shibuya? Eso es lo que vas a decirme, ¿verdad?

Los ojos de Mana-chan se enrojecieron pero suspiró hondo para recobrar fuerzas.

-No. Es verdad que nos vamos… pero al extranjero… Realmente lo siento… Papá llevaba mucho tiempo pensándolo y apenas ayer nos dio la noticia a mamá y a mí… Nos vamos a Londres por una temporada para atender las sucursales de mi padre… Estamos en banca rota y si no lo hacemos, seguro que nos quedamos en la ruina.

Me quedé perpleja, mi corazón se negaba a creer lo que acababa de escuchar.

Mi mirada comenzó a nublarse y mis lágrimas amenazaban con hacerse visibles…

…pero no quería hacer sentir mal a Manami, así que mejor agaché la cabeza.

-Nao-chan, ¿te encuentras bien?

No, no lo estaba, pero sus problemas eran demasiados como para acongojarla aún más.

Tome un breve respiro e intenté actuar con naturalidad. En mi mente y en mi corazón traté de albergar la esperanza de que esa temporada pasaría muy rápido y que volveríamos a vernos antes de ingresar a la preparatoria.

-Sí, no te preocupes por mí, entiendo que no me lo hayas podido decir antes…

-Gracias, Nao, sabía que lo entenderías…

Al fin me había sonreído de nuevo, aunque su rostro aún reflejaba una infinita tristeza.

-¿Sabes, Mana-chan? Hoy recibí noticias de…

-¡¿En serio?! ¡¿Qué te dijeron?!

-Yo… yo…

-¡Soy la ganadora del casting! Mañana firmaré mi primer contrato con la agencia Fancy Project!

Manami brincó de la emoción y me dio un fuerte abrazo. Ambas lloramos de emoción, de alegría… de tristeza.

-¿Ves? ¡Te dije que lograrías cumplir tu sueño! Me alegro mucho…

-Pero hubiera sido mejor si no te tuvieras que ir. Ahora más que nunca necesitaré de tu apoyo.

-Siempre lo tendrás, no lo dudes. La distancia no será obstáculo. En cuanto tenga mi nuevo número te llamaré para dártelo…

-Además… ¡Hoy me autonombro la Presidenta de tu Club de Fans!

No pude evitar sonreír por su comentario.

-Es demasiado pronto para eso, ni siquiera he grabado una canción. ¿Qué pasará si no logro agradarle a los demás?

Mana-chan movió la cabeza en señal de desaprobación.

-No seas tonta, presiento que llegarás a ser una de las grandes… ¡Seguro tendrás mucho éxito!

Las risas de las dos chicas fueron perdiéndose en el ambiente…

Hasta convertirse en un lejano eco en la cabeza de Nao.

Sin darse cuenta, dos lágrimas rodaban por sus mejillas mientras se miraba en el espejo.

-Han pasado tantas cosas en estos tres años…

…que nadie creería que soy la misma chica de la secundaria…

Con una de sus manos limpió una lágrima que resbalaba por sus labios.

-El sueño de toda mi vida siempre ha sido cantar… No fue fácil lograrlo sin la ayuda de tantas personas que ahora tendré que defraudar.

Nao no pudo contenerse y descansó su cabeza en el tocador mientras que sus lágrimas fluían como la lluvia y un nuevo recuerdo golpeaba en su memoria.

La noticia más triste de mi vida llegó una tarde lluviosa de hace un mes, en un sobre de letras doradas.

Me resulta irónico pensar que el día más feliz también llovía, sólo que el cielo era distinto…

…ahora era más gris y opaco como el sentir en mi corazón en esos instantes.

Ese día no pude evitar llorar y humedecer aquella carta que me robaría mi libertad para siempre…

Había sido admitida en la Royal Japanese University.

Aunque yo nunca envié una solicitud, mi padre empeñado en que pronto me haría cargo de sus negocios, envió una por mí.

Siempre me recordaba que esa había sido la condición para que me permitiera “jugar” a ser artista por tres años.

Él estaba más contento que yo, tanto, que celebró una gran recepción…

…con todos los empresarios de Ginza para anunciarme como la próxima heredera de todos sus negocios…

Como buena gente de alcurnia, todos brindaron bajo una falsa sonrisa materialista…

Ahora yo me había convertido en el centro de atención, pero no precisamente por ser una idol, sino por pasar a ser una de las chicas más ricas de Tokio.

Yo no quiero esto… realmente no lo quiero…

Pero bajo estas circunstancias, ya no puedo hacer nada…

Sólo renunciar al sueño que construí junto a Manami…

¡Cuánto deseo que regrese! En estos momentos, es cuando más necesito de una verdadera amiga…

Mi nombre es Takashi Minamoto.

Pronto cumpliré veinte años.

Mi vida no ha sido nada fácil desde que murió papá cuando apenas tenía doce.

La lluvia como la que hoy golpea las ventanas de la casa, siempre había sido portadora de los momentos más tristes en la vida de nuestra familia.

Cuando murió papá, llovía de igual forma.

Aún recuerdo que me perdí en las calles de Yokohama y caminé bajo las frías gotas de agua como autómata, tratando de encontrar respuestas al dolor que en esos momentos inundaba mi ser.

Cuando sostuve por última vez su mano, le prometí cuidar y defender a toda costa a mi madre y a mi pequeña hermana, también le prometí que sería un hombre de provecho y aunque él ya no estuviera con nosotros, me esforzaría para que desde el lugar donde estuviera, se sintiera orgulloso de mí…

Desde ese día, me dediqué en cuerpo y alma a los estudios. Mis calificaciones siempre eran las mejores de toda la escuela, tanto así…

…que los profesores me veían con gran potencial para enviar una solicitud a la Royal Japanese University.

Todos decían que los que lograban ingresar en ella, tenían la vida resuelta, pues ahí se formaban los líderes que tenían a su cargo los mejores puestos en las empresas del país.

Tan pronto terminé la preparatoria, envié la solicitud, la cual fue aceptada por mi alto nivel académico, así que presenté el examen de admisión.

Ahora sólo debía esperar los resultados que me llegarían por correspondencia.

Los días comenzaron a transcurrir, casi todas las tardes llovía pero eso no me importaba y tomaba mi bicicleta para ir a las oficinas de correo.

El guardia ya me conocía y reía cuando me veía venir desde lejos.

-¿Ya hay algo para mí?

-No, hijo, aún no, mas que estos recibos de luz para tu madre.

-Está bien… gracias…

El anciano que recibía las cartas detrás del aparador, debió notar mi tristeza ya que con cierta preocupación me preguntó:

-Es muy importante para ti, entrar a esa Universidad, ¿verdad?

-¿Por qué lo dice?

-Porque ya van varios días que no te importa mojarte en la lluvia con tal de venir a ver si ya ha llegado la carta de admisión.

Mi cuerpo temblaba de frío y apenas pude contestarle con una sonrisa.

-Si no te importa, yo podría llevártela hasta tu casa en cuanto la recibamos. Aunque no hacemos entregas tan lejos, haría una excepción por ti, hijo.

-No, no se moleste. Lo que pasa es que soy muy impaciente y por eso, me hace mucha ilusión recibirla lo más pronto posible.

Y así pasaron catorce días. Como cada atardecer y con la brisa del mar chocando en mi cara, pedaleé con toda mi fuerza y entusiasmo hacia la oficina de correos.

-Hijo, ¿estás bien? Es la primera granizada del año…

-Sí, no se preocupe, logré esquivarla perfectamente.

-Te tengo una sorpresa.

El anciano sostenía un sobre azul con el sello de la Royal Japanese Universtiy.

Takashi se la arrebató de un brinco.

Sus ojos tenían un brillo especial.

Lo destapó y leyó ansiosamente la carta.

Dos gruesas lágrimas rodaron por su rostro.

Presa de la incredulidad y tristeza, tomé mi bicicleta…

…y al igual que el día en que murió papá…

…deambulé por las calles sin saber a dónde ir…

…sin importarme que los granizos me golpearan con fuerza.

-Papá… te prometo que lo lograré…

Ese año no pude entrar a la universidad, así que busqué un empleo de tiempo completo como ayudante en un despacho.

Y por las madrugadas, trabajaba en un restaurante para poder juntar el dinero suficiente y pagar mi matrícula.

A mitad del año, Maki tuvo que ser internada de emergencia en el hospital…

Todo el dinero que había logrado ahorrar, lo utilicé para pagar el costoso tratamiento al que tuvo que someterse. Para mí era más importante salvar su vida que cumplir mi sueño…

Mis esperanzas para entrar a la Universidad ese año, habían vuelto a hacerse nada, pero no quería hacer sentir mal a nadie…

Así que le dije a mi madre y a Maki que había decidido no volver a intentarlo y que prefería trabajar…

Todas las noches, después de salir del trabajo, me sentaba en el pequeño patio de la casa para observar el cielo. Me gustaba soñar despierto e imaginarme que algún día podría estudiar para sacar de la pobreza a mi familia…

-Hermano… ¿qué haces aquí? Ya es muy tarde.

-El que debería preguntar eso, soy yo…

Maki sonrió y se sentó a mi lado…

Me abrazó y comenzó a llorar.

-Por favor, Takashi… perdóname. Por mi culpa no pudiste intentar entrar a la universidad.

-Eso es mentira, Maki… ya les he dicho que eso de estudiar ya no va conmigo…

-Pero ese siempre ha sido tu sueño.

-No te creo, Takashi.

Tan sólo le sonríe y la abracé. Por un momento, creí que se daría cuenta de las inmensas ganas que tenía de llorar.

-¿Sabes, Maki? No te lo había dicho, pero ahora tengo un nuevo sueño…

-A ver… dime cuál es. Seguro es otra de tus mentiras para que no me sienta culpable.

-Ahora mi único sueño, es verte sana…

Maki se sujetó de mí con todas sus fuerzas.

-Entonces haré todo lo posible por cumplirlo…

-¿Te digo un secreto?

Se acercó más dispuesta a escucharme y entre susurros agregué:

-Alguien me dijo que si deseas algo con todo tu corazón y se lo pides a Dios, se cumple, ¿crees que deberíamos intentarlo?

No me respondió, sólo cerró sus ojos…

…y yo hice lo mismo, aunque no estuviera tan seguro de lograrlo, mi corazón albergaba la esperanza de que si en algún lugar de verdad existía un Dios, pudiese enviarnos un milagro.

Miyoko, que los escuchaba detrás la pared, se llevó la mano a la boca para calmar su llanto.

-Eres un buen chico… Estoy segura que Dios te recompensará todo lo que has hecho por tu hermana…

Maki terminó su tratamiento a finales de verano, al fin los doctores le dieron de alta.

Todos estábamos muy contentos que celebramos una pequeña fiesta en la casa.

Esa tarde, alguien llamó a la puerta.

Me llevé una sorpresa al ver a la secretaria de mi jefe esperando en la entrada.

-Buenas tardes, vengo de parte del Señor Irie.

Apenado, agaché la mirada.

-Disculpe por no haber ido hoy al trabajo, pero es que en la mañana mi…

La joven comenzó a reírse sin parar.

-No vine por eso. El Señor Irie me mandó a avisarte que mañana te da el día libre para que te presentes en la Royal Japanese University a presentar tu examen de admisión.

-¡¿Cómo?! Pero si yo no…

La secretaria aún sonriendo, me respondió:

-Por si no lo sabías, nuestro jefe pertenece al Consejo Administrativo de la Universidad y como ha visto que eres un chico muy inteligente y capaz, te ha conseguido una beca del 100%. Ahora sólo resta que pases el examen.

Cegado de la emoción, me pellizqué para comprobar que no se trataba de un sueño.

-¡No estoy soñando!

-Claro que no, Takashi. Espero haber sido portadora de buenas noticias.

-¡Gracias! Mañana, después del examen, iré a verle…

Como se lo prometí, al día siguiente fui a ver al Señor Irie, quien me recibió en su oficina con una cálida sonrisa.

Sin esperar, le di mi infinita gratitud.

Pero sólo me pidió entre risas que si algún día llegaba a ser alguien poderoso, que lo tuviera contemplado entre mis amigos.

Lo cual, me pareció gracioso…

Una semana después, la noticia más feliz de mi vida llegó una tarde lluviosa, en un sobre de letras doradas.

Al fin, había sido admitido en la Royal Japanese University.

Fue algo irónico porque antes la lluvia siempre había sido sinónimo de momentos tristes en mi vida…

…pero esta lluvia tenía algo especial porque el cielo era soleado y azul.

Ahora mi sueño había quedado atrás, ahora lo único que tenía que hacer, era vivir mi realidad.

= U N M E S D E S P U É S =

Como todos los días, Miyoko se levantó temprano para preparar el desayuno.

Esta era la quinta vez en la semana que comerían sólo un tazón de arroz.

Nunca imaginó que las cosas en su casa y en su familia cambiarían drásticamente tras la muerte de su esposo.

Aunque ya habían pasado 7 largos años de la tragedia, su corazón aún lloraba y sufría por la pérdida.

-Buenos días, mamá. –Takashi acababa de entrar a la cocina.

-Buenos días, hijo.

Miyoko se secó rápidamente las lágrimas

-¿Te sirvo tu desayuno?

-No, mamá, gracias. Hoy es mi último día en el despacho y le prometí al señor Irie que llegaría más temprano para ayudarle con los pendientes.

-Está bien, pero… sí vendrás a la hora de la comida, ¿verdad?

-No lo creo, tengo muchas cosas qué hacer, quizás esté de vuelta hasta la media tarde.

El joven notó cierto desgano en el rostro de su madre y enseguida preguntó:

-¿Necesitas que te ayude en algo?

-No, hijo. Sólo quería recordarte que esta noche iremos a cenar a casa de Arisa, su padre nos hizo la invitación desde la semana pasada. Si puedes, ven un poco más temprano para que nos vayamos juntos.

-De acuerdo, trataré de terminar todo a tiempo. Nos vemos más tarde.

Takashi le dio un beso a su madre.

Y se encaminó a toda prisa hacia su trabajo.

Miyoko se dejó caer en el sofá.

Maki dormía plácidamente en uno de los sillones contiguos; sus labios dibujaban una sonrisa, seguramente estaba sumergida en un hermoso sueño.

Su madre se acercó a ella; sus ojos la contemplaban con amor.

-Mi pequeña… no sabes lo mucho que te quiero. Te quiero tanto, que no dudaría ni un segundo en darte mi vida si supiera que con eso podría salvar la tuya.

Maki pareció escucharla pues sus labios dejaron escapar unas palabras.

-Yo también te quiero mucho, mami…