CAPÍTULO IX “REGALO DE NAVIDAD”
El lugar donde se encontraba
durmiendo Akari era cálido…el suave colchón, las cobijas, el lago
Biwa visto desde la ventana de la hogareña habitación y el dulce olor de tarta de manzana que inundaban
el frío ambiente...dibujaban una agradable sonrisa en su rostro a pesar de que
sus ojos se encontraban cerrados.
Su abuela la despertó con un
cariñoso beso en la frente…
-Hija, ¡ya es navidad! Creo que
Santa Claus te ha dejado un obsequio en el árbol de navidad
Akari abrió los ojos, en ellos se
reflejaron una felicidad indescriptible
-¡Feliz Navidad Abuelita!
Y abrazó con todas sus fuerzas a
la frágil ancianita. Se colocó sus pantuflas y bajó dando traspiés. En el árbol
de navidad descansaba una enorme caja de cedro; en el centro de la tapa se
encontraba grabado el apellido materno de la familia de Akari y un enorme árbol
de cerezo majestuosamente bien detallado.
-Ábrelo, cariño…es hora de que
sea tuyo…
Akari sin pensarlo destapó la
caja y la luz hizo que el contenido brillara con intensidad iluminando su cara.
Dentro yacía un fastuoso vestido de novia con incrustaciones de diamantes, oro
y perlas y aun costado se encontraba una frágil tiara de plata.
-Abuelita…pero…con la tarta de
manzanas y el ponche es suficiente para hacerme feliz…Esto es demasiado para
una chica común y corriente como yo… no puedo aceptar algo tan lujoso…
-Hija, no refunfuñes y acéptalo, es
parte de la herencia familiar…el vestido… fue el que usó tu tátara tátara
abuela el día de su boda en un lugar fantástico que solo pueden conocer las personas especiales y con un gran corazón
como el tuyo…además tu eres la única que puede conservar estos objetos tan
valiosos
Akari parecía confundida y a la
vez sorprendida, cada vez se le hacía más difícil entender lo que su abuela le
quería decir
-Mi tátara tátara abuela,
¿realmente fue una persona muy importante?
-Más de lo que te imaginas, hija…de
cualquier modo…cuida mucho de estos tesoros…
-Abuelita….yo quisiera saber si….
-Claro cariño…los cuentos de
hadas si existen…
El sueño de Akari se fue
difuminando poco a poco para dar lugar a un largo pasillo en el que caminaba
guiada por una gran hilera de ventanales de los cuales emanaba una tenue luz
añil que el sol hacía resplandecer al chocar con los diamantes del fastuoso
vestido que llevaba puesto. Al final del pasillo se hallaba una enorme puerta
blanca con chapas de oro la cual abrió y dio lugar a un salón con pisos de
reluciente mármol y espejos por doquier. Se oyeron aplausos, como si el lugar
se encontrara repleto de gente aunque en realidad no había nadie. Ella comenzó a bailar con el brilloso
vestido puesto. Se sentía tan bien la brisa del crepúsculo rosar por su cabello
y jugar con su rostro que cerró los ojos y se dejó llevar, el tiempo fluía de
extraña manera en aquel paraninfo.
Inesperadamente el reloj de
péndulo del fondo del salón anunció las seis en punto y el viento se fue inundando
poco a poco de un dulce aroma, La chica por su cuenta aún no
deseaba abrir los ojos hasta que sintió
una cálida mano sobre la suya y se sorprendió
-No los abras…no quiero que el
sueño de ambos se termine tan rápido
“…Esa voz…esa voz…”
Akari no abrió los ojos pero las
lágrimas comenzaron a fluir por su rostro y al girar al compás de la música el
reflejo de Akari sobre los espejos se convirtió en el de Akiko
-Eleazar…así debió haber sido ese
día…perdóname…
Eleazar le respondió con un fuerte
abrazo y sus ojos al igual que los de Akiko derramaron lágrimas
-Eleazar…Te prometo que
regresaré…
Ambos abrieron lentamente los
ojos, en ellos se reflejó un sentimiento que iba más allá de lo razonable para
el amor…Eleazar intentó tocar el rostro de Akiko y ella el de él pero
comenzaron a desvanecerse al igual que el sonido del piano en los oídos de
Akari.
…
El tenue sol de invierno brillaba
con sutil delicadeza sobre la nieve que se había acumulado en el tejado del
orfanato; estaba amaneciendo y poco a poco la construcción comenzaba a
iluminarse.
De pronto con un movimiento elegante un peludo
gato blanco saltó de la barda del patio de hojas secas hacia la calle con tan
grácil movimiento que apenas se escuchó el tintineante sonido del cascabel que
llevaba sobre su cuello y en ese mismo instante el centelleo de una luz blanca
iluminó la acera, daba la impresión de que cavase de atravesar alguna extraña
magia prodigiosa.
Un anciano vestido con bombín y
sombrero de los años 20’s llamó al gato desde un lujoso y antiguo coche y con
una sonrisa de oreja a oreja recibió al regordete gato entre sus brazos.
-Muy bien hecho Balbina…
El coche se alejó a moderada
velocidad sobre el asfalto y en menos de cinco segundos desapareció de la vista
de cualquier persona como el vapor del agua.
Las chicas en el orfanato aún
dormían; Emi parecía algo inquieta y al estirar su pie dio con algo duro y
cuadrado, algo que antes no había estado en la parte inferior de su cama.
Ese movimiento la despertó antes
que las demás, extrañada volvió a estirar su pie y se sorprendió al sentir de
nueva cuenta aquel extraño objeto con su pie. Su corazón comenzó a latir con
fuerza cuando comprobó por tercera vez que ese algo de forma cuadrada se
asemejaba a una caja de regalo y ya sin pensarlo dos veces echó a un lado con
impaciencia las sábanas y edredón.
Sus ojos casi se desorbitaron al
encontrar una caja forrada de satín blanco con un enorme listón rosa al frente
y una pequeña tarjeta
-“Feliz cumpleaños ” “Para: Emi
–chan” “De: Tu hada madrina”… Hada madrina…muchas gracias por hacerme tan feliz
de nueva cuenta…
Los ojos de la pequeña brillaron
como si luchara por contener las lágrimas pero al momento de abrir la caja no
pudo contenerlas más.
Corrió hacia unas cortinas donde
se cambiaban las demás y después llena de entusiasmo se plantó frente a la cama
de Akari.
-¡¡Ya es navidad Akari-chan!!
La chica abrió perezosamente los
ojos al escuchar la chillona voz de Emi cerca de ella
-¡¡Que ya es navidad y también mi
cumpleaños!!
Volvió a gritar la pequeña al
notar la mirada ausente de Akari
-¿Te encuentras bien?
De pronto pareció reaccionar
-¡Claro que sí Emi! Así que hoy
también es tu cumplea…
Al mirar de nueva cuenta a la
pequeña se sorprendió con lo linda que se veía vistiendo un elegante vestido
blanco de encaje de seda y listones rosas
-..Emi…¿como has conseguido eso?…
-Me lo regaló mi hada madrina,
ella si se acuerda de mí no como tú que solo te la pasas durmiendo…
Akari sintió una punzada en el
centro del estómago había olvidado el regalo de Emi. Estando en el orfanato ya
le había dado miles de vueltas al asunto y no encontraba algo bueno para
regalarle a la pequeña. Así se la había pasado la semana sin dar al clavo,
ahora que ya era el día tenía que pensar en algo rápido
-¡Hoy no tendremos clases!
Dijo entusiasmada Emi mientras
corrió hacia su cama y sacó una vieja maleta
-¿Qué tanto buscas?
-¡¡Esto!!
-¡Que graciosa te ves!....pero ya
dime me mata la curiosidad ¿Quién te ha regalado ese vestido tan bonito?
Emi se colocó sobre la cabeza una
tiara hecha de trocitos de alambre oxidados recubiertos con papel aluminio
-Ya te dije que mi hada
madrina…¿Si las brujas existen porque no las hadas madrinas?
Akari solo sonrió y mejor decidió
cambiarle de tema
-¿No te dirán nada si no vistes
el uniforme de la escuela?
-Hoy es mi cumpleaños así que
puedo ser princesa por un día
-¿Segura Emi-chan? Piensa en las
espías de la directora, seguro si te ven ese vestido en cuanto regrese de
Europa te lo quita y lo vende en algún tianguis.
Las palabras de Akari parecieron
haber apagado de golpe la felicidad de la pequeña y volvió hacia las viejas
cortinas para cambiarse y ponerse su uniforme
-…Es triste…ni siquiera poder ser
por un día una princesa…
Akari permaneció pensativa por
unos minutos hasta que decidió con paso firme ir hacia su maleta
-¿Sabes? Aquí tengo tu regalo de
cumpleaños…Te prestaré mi tiara por un día
Emi se tambaleo de la
incredulidad, inhaló una enorme bocanada de aire y se llevó las manos a sus
sonrojadas mejillas no sin antes correr hacia Akari.
Por su cuenta la chica sacó de su
maleta la antigua caja de madera, la destapó y se la mostro a la pequeña que ya
esperaba con impaciencia. Los ojos de Emi se llenaron de lágrimas al ver el vestido y la hermosa tiara de plata
-¡¡Lo sabía, lo sabía….One-chan
es una princesa de verdad!! ¡Los cuentos de hadas existen!
Akari no pudo evitar sonreir y
enseguida colocó la frágil tiara sobre la cabeza de la pequeña
-¿Somos hermanas, verdad, Emi?
-¡Claro, que sí!
-Entonces desde el día de hoy te
convertirás en princesa de mi reino, juntas gobernaremos el imperio más hermoso
que ojo humano jamás haya sido capaz de ver
Ahora las lágrimas fluían por el
rostro de la niña, emocionada las limpiaba con torpeza mientras las comisuras
de sus labios dibujaban una sonrisa
-¿One-chan de verdad seré una
princesa en tu reino?, ¿de verdad me lo
permitirás One-chan?
-No tienes porque preguntarlo
tantas veces, claro que sí
La respiración de Emi era
acelerada estaba tan emocionada y tenía un montón de preguntas para hacerle a
Akari que mejor optó por darle un fuerte abrazo a la chica, sabía que tendría
tiempo suficiente para formularlas más tarde.
Antes de bajar al comedor la
pequeña corrió hacia uno de los viejos espejos del dormitorio y al ver la tiara
comenzó a reír sin parar y por un momento imaginó que llevaba puesto su
acolchado vestido de crinolina, bailó unos segundos, hizo reverencias como si
saludara a gente de la realeza y de nueva cuenta dos gruesas lágrimas rodaron
por sus mejillas
-¿Por qué lloras? Hoy solo debes
de sonreír, es tu cumpleaños y navidad…y sobre la tiara, si te preguntan di que
es de plástico
Emi pareció no escuchar a Akari
-Blanca nieves, Cenicienta, La
Bella durmiente… todas ellas vivieron felices para siempre y ahora One-chan…es
el turno de nosotras, ¡Estamos viviendo un cuento de hadas! … sabía que
vendrías a rescatarme, sabía que la vida no podía ser tan triste
La pequeña corrió hacia la puerta
-Mi hada madrina tenía razón
Esperó a Akari y ambas comenzaron
la larga caminata hacia el comedor. La mente de Akari iba en blanco, sentía un
nudo en la garganta, lo único que deseaba en esos momentos era algún día poder
ser capaz de creer en los cuentos de hadas con la misma fe con que lo hacia su
pequeña hermana. Pero la realidad era que la vida había sido tan dura con ella
que le había dejado un enorme hueco en el centro de su corazón, un hueco que no
le permitía creer en que algún día la felicidad podría llegar a su vida.
“¿Habré hecho mal mintiéndole a
Emi?...Que yo no crea en los cuentos de hadas no tiene porque romper sus
ilusiones… Creo que he hecho bien, me alegra verla tan feliz”
El comedor olía a canela,
chocolate, bombones, muérdagos y pino. En la entrada colgaban unos enormes
listones rojos con las orillas doradas. Akari y Emi no podían creer ese olor,
sabían que la anciana había ordenado la peor comida para las chicas; el bolillo
tiezo con moho no podía oler tan bien.
Las demás chicas reían y gritaban de la felicidad con
forme se acercaban al comedor corriendo y el olor se hacía más intenso.
Al cruzar el umbral de la enorme
puerta no pudieron creer lo que sus ojos vieron.
-One-chan, one-chan, por favor
pellízcame y dime que no estoy soñando
Pero Akari al igual que Emi se
paralizó al ver la estancia. La mesa se encontraba llena de golosinas,
bombones, chocolates, manzanas acarameladas, algodones de azúcar, enormes
tarros llenos de leche achocolatada, charolas de pavos rellenos, lomo en su
salsa, pasteles de todos los sabores, gelatinas de infinidad de colores y
formas y al fondo del comedor un gigantesco árbol de navidad con un centenar de
regalos con sus respectivas tarjetas. Los Muérdagos daban
la vuelta 3 veces a la lujosa sala, lo único que no encajaba en aquel momento
eran las caras de las sirvientas de la mansión y los profesores que
estupefactos se hallaban todos en un rincón como si todo lo que se hallara
fuera obra de un poder oscuro. Poco a poco las demás chicas del orfanato fueron
arribando y sus murmullos estupefactos no cesaban al igual que sus miradas
hambrientas ante suculento festín.
De pronto la profesora encargada
de las chicas, la de mayor mando y edad, caminó y se paró frente a la mesa:
-Chicas, nadie comerá nada de lo
que hay en esta mesa, nadie sabe quien pudo haberlo preparado o traído.
Hoy al
amanecer las sirvientas de la mansión ya han encontrado todo este festín
predispuesto para ser degustado. Nadie tiene las llaves de la mansión, nadie
pudo haber salido, así que esto no puede ser más que una obra en contra de
nuestra queridísima directora; todos sabemos que tiene muchos enemigos que
envidian su fortuna así que esta comida podría estar envenenada, todo con tal
de asesinar a nuestra respetable y honorable directora.- La anciana
profesora hizo una pausa y prosiguió-Sirvientas desháganse de toda la….-
Alguien se acababa de terminar
una de las bebidas achocolatadas del comedor y el popote hizo un sonido molesto
al fondo del vaso que impidió a la profesora Teodora terminar de dar las
órdenes.
Con incredulidad giró su cabeza
poco a poco y se encontró con la sonrisa tímida de Emi
-Criatura, ¿¡Que has hecho?!
La profesora corrió hacia la niña
y comenzó a zangolotearla
-Como te sientes cariño, ¿Aun
puedes respirar? ¿No te duele el estómago? ¿No tienes ganas de vomitar?
Las demás chicas miraban la
escena con cara de horror
-Me siento bien pero me faltó
probar esto…
Y Emi se llevó a la boca una
docena de malvaviscos, las chicas profirieron un grito ahogado
La profesora Teodora calló
desmayada
-No pasa nada esto no tiene
veneno, mi hada madrina lo ha dejado para todas nosotras, así que disfruten
Nadie dijo nada aunque luchaban
contra su voluntad. El hambre las mataba pero eran fuertes hacia su necesidad
humana
-One-chan, tienes que probar
estos chocolates
Las tripas de Akari soltaron un
fuerte rugido y sin pensarlo dos veces se unió a Emi y comenzó a engullir cuanto
se le pusiera en frente, poco a poco las demás chicas fueron cediendo ante el
hambre y en un dos por tres todas se encontraban en el comedor degustando
aquellos delicados manjares
Akari ya había olvidado el sabor
del pavo, del sushi y de las golosinas gourmet que con cada bocado que se
llevaba a la boca sentía volar en las nubes, por un momento había creído que no
volvería a probar algo apetitoso hasta que cumpliera 18 años y pudiera salir
del orfanato pero ese día tan especial había cambiado todo.
En cuanto terminaron algunas
chicas incluida Emi guardaron en sus bolsos y mochilas todos los dulces que
habían sobrado y enseguida se encaminaron al gran pino de navidad. Habían
regalos para todas las chicas del orfanato incluso las que alguna vez habían
formado parte de sus filas y en estos momentos eran sirvientas de la mansión.
La primera en abrir su regalo fue
la más impaciente jovencita, Emi.
-¡Qué libro tan lindo! “Profecías
de las montañas de Meru” seguro es la compilación de cuentos de hadas que siempre
he soñado….¡Hada madrina, te quiero! – Gritó mirando hacia el cielo y corriendo
se alejó hacia los sillones cerca de la fogata para comenzar a devorar el
grueso libro.
El regalo de Akari era distinto a
los demás, se encontraba dentro de una botella de cristal color rosa. La abrió
y sacó un par de hojas envejecidas que a pesar de lo sucias y roídas que lucian
desprendían un fuerte aroma a sakuras
“Ese perfume es el mismo de mis
sueños…”
-¿Akari te encuentras bien?- Le
dijo Ayaka desde el otro lado del árbol de navidad al notar su mirada perdida
-Sí, lo siento, no te
preocupes…ahora vuelvo…
Y corrió con todas sus fuerzas
hacia el patio de hojas secas, en sus manos llevaba aquel pergamino que
despedía con mayor fuerza aquel aroma con forme se mezclaba con las fuertes
ráfagas de viento … el sueño de aquella madrugada golpeaba su mente con un
atisbo de dolor y tristeza
“No abras los ojos…no quiero que
el sueño de ambos se termine tan rápido”
“…Eleazar te prometo que
regresaré…”
Al llegar al patio la chica se
sentó en una de las bancas cerca de la fuente, su respiración era rápida, su
mirada volvió a dirigirse hacia aquel pergamino que contenía la botella que se
había convertido en su regalo de navidad. Era contradictorio lo que sentía en
esos momentos por un lado quería sentir aquel aroma cerca de su nariz pero por
otro quería alejarlo para no sentir un extraño dolor en su pecho, un dolor que
la llenaba de un sentimiento parecido a la nostalgia pero el cual no entendía.
Reunió todo aquel coraje del que
era capaz y desenrolló el pergamino; el perfume intenso a flores, a esas flores
que le recordaban a un chico que ni siquiera existía se hizo mucho más intenso
-“El bosque de los cerezos por
Eleazar”
Las lágrimas de Akari comenzaron
a caer sobre aquel papel que no era ni más ni menos que las partituras de una canción en piano aquella canción en la que en cada nota iba impregnada la
esencia de aquel misterioso chico de sus sueños
-Eleazar… ¡De verdad existe! … no
ha sido ninguna ilusión, ni ningún sueño… En algún lugar del mundo me está
esperando, tengo que encontrarlo, aún si tengo que esperar dos años para salir
del orfanato, tengo que encontrarlo, ¡TENGO QUE ENCONTRARLO! …
:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::Continuara:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
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